Un suizo con estudios en Berna y profesor en el colegio San Jorge de Quilmes, gran deportista, lanza un desafió por los medios de comunicación en el año 1911, el desafió era que con caballos criollos puedo llegar a Nueva York.
Naturalmente la polémica estaba planteada, algunos diarios de la época, lo tildaban de loco, otros de farsante, mitómano, etc. El doctor Emilio Solanet, un prestigioso veterinario conocedor del caballo criollo y convencido de la capacidad de estos nobles animales para resistir las más severas condiciones climáticas, se enteró del proyecto de Aimé Felix Tschiffely, que así se llamaba este suizo y se contactó con el, vio en el al hombre decidido y valiente necesario para una hazaña de ese calibre.
La búsqueda de los caballos adecuados
Viajo a la Patagonia Argentina, más precisamente a Chubut,y se contacto con el Cacique Teutrif, dueño de cientos de caballos criollos , y con el Cacique Tehuelche Juan Casamata, experto en doma y enseñanza de caballos, después de una rigurosa selección en la cual el doctor Solanet también era experto, compro al Cacique Teutrif 84 ejemplares que fueron llevados de arreo en un viaje de casi 2000 Kilómetros a Buenos Aires, y se iban evaluando en las duras jornadas.
Finalmente el doctor Solanet obsequio a Aimé Felix Tschiffely dos caballos, MANCHA (pelaje overo) 15 años y GATO (gateado) 16 años, los que consideraba capaces de tal hazaña, y en colaboración de expertos domadores que dominaban la milenaria técnica de caricias y suave lenguaje para lograr que un caballo acepte a su jinete, se logró una perfecta comunicación entre ambos, no permitían que nadie que no fuera Aimé los montara. Echaban las orejas hacia atrás demostrando que estaban dispuestos a morder si fuera necesario. Relata Tschiffely en su libro (De la cruz del Sur a la estrella Polar) mis caballos me querían tanto que nunca fue necesario atarlos, nunca se alejaban más de algunos metros y siempre me saludaban con un cordial relincho.
Un 24 de Abril de 1925, salía este valiente suizo en su largo viaje, (sin carpa, pesadas en esa época) desde Buenos Aires en un recorrido de 21.500 kilómetros hasta Nueva York Estados Unidos de Norteamérica, cruzando la Cordillera de los Andes, sobrepasando los 5900 metros, (paso Cóndor Bolivia) soportando temperaturas de hasta 18 grados bajo cero, y 50 grados de calor a la sombra, con un promedio diario de 46.2 Km .y 504 etapas, con precario apoyo logístico.
El 20 de Septiembre de 1928, nuestros héroes paseaban por la Gran Avenida de Nueva Cork llegando al edificio Municipal, donde el Alcalde Walter le entrego a Aimé la moneda de oro de la ciudad, felicitado por el Embajador Argentino Dr. Manuel Malbran, luego fue recibido en la Casa Blanca por el presidente Calvin Coolidge.
Años después de su regreso triunfal a Buenos Aires, Tschiffely fue a visitar a MANCHA y GATO en la estancia EL CARDAL en descanso de por vida, se bajo a la entrada y lanzo su silbido característico, al momento se acercaron al trote sus “queridos amigos” relinchando de alegría. Gato murió en 1944 y Mancha en 1947, embalsamados están en el museo de LUJAN Buenos Aires.
Aimé Felix Tschiffely falleció en Gran Bretaña en 1954,y sus resto trasladados a la estancia el CARDAL a petición suya al lado de sus” amigos” GRANDES HAZAÑAS
Por Eduardo Poo Rodríguez
La búsqueda de los caballos adecuados
Viajo a la Patagonia Argentina, más precisamente a Chubut,y se contacto con el Cacique Teutrif, dueño de cientos de caballos criollos , y con el Cacique Tehuelche Juan Casamata, experto en doma y enseñanza de caballos, después de una rigurosa selección en la cual el doctor Solanet también era experto, compro al Cacique Teutrif 84 ejemplares que fueron llevados de arreo en un viaje de casi 2000 Kilómetros a Buenos Aires, y se iban evaluando en las duras jornadas.
Finalmente el doctor Solanet obsequio a Aimé Felix Tschiffely dos caballos, MANCHA (pelaje overo) 15 años y GATO (gateado) 16 años, los que consideraba capaces de tal hazaña, y en colaboración de expertos domadores que dominaban la milenaria técnica de caricias y suave lenguaje para lograr que un caballo acepte a su jinete, se logró una perfecta comunicación entre ambos, no permitían que nadie que no fuera Aimé los montara. Echaban las orejas hacia atrás demostrando que estaban dispuestos a morder si fuera necesario. Relata Tschiffely en su libro (De la cruz del Sur a la estrella Polar) mis caballos me querían tanto que nunca fue necesario atarlos, nunca se alejaban más de algunos metros y siempre me saludaban con un cordial relincho.
Un 24 de Abril de 1925, salía este valiente suizo en su largo viaje, (sin carpa, pesadas en esa época) desde Buenos Aires en un recorrido de 21.500 kilómetros hasta Nueva York Estados Unidos de Norteamérica, cruzando la Cordillera de los Andes, sobrepasando los 5900 metros, (paso Cóndor Bolivia) soportando temperaturas de hasta 18 grados bajo cero, y 50 grados de calor a la sombra, con un promedio diario de 46.2 Km .y 504 etapas, con precario apoyo logístico.
El 20 de Septiembre de 1928, nuestros héroes paseaban por la Gran Avenida de Nueva Cork llegando al edificio Municipal, donde el Alcalde Walter le entrego a Aimé la moneda de oro de la ciudad, felicitado por el Embajador Argentino Dr. Manuel Malbran, luego fue recibido en la Casa Blanca por el presidente Calvin Coolidge.
Años después de su regreso triunfal a Buenos Aires, Tschiffely fue a visitar a MANCHA y GATO en la estancia EL CARDAL en descanso de por vida, se bajo a la entrada y lanzo su silbido característico, al momento se acercaron al trote sus “queridos amigos” relinchando de alegría. Gato murió en 1944 y Mancha en 1947, embalsamados están en el museo de LUJAN Buenos Aires.
Aimé Felix Tschiffely falleció en Gran Bretaña en 1954,y sus resto trasladados a la estancia el CARDAL a petición suya al lado de sus” amigos” GRANDES HAZAÑAS
Por Eduardo Poo Rodríguez
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